<p dir="ltr">&ldquo;Soy la repetici&oacute;n de lecturas a los que me precedieron y que sigue retumbando en m&iacute;&rdquo;, dice Alfredo Luna en esa especie de gu&iacute;a o advertencia que abre este oficio de sombra, de reciente aparici&oacute;n bajo el sello de Ediciones del Camino, que nos permite entender este di&aacute;logo que el poeta traza con algunos de los personajes creados por Libertad Demitr&oacute;pulos. &nbsp; <p dir="ltr">Para que se comprenda mejor hay que retroceder a 2018, cuando Luna obtuvo la beca que lleva el nombre de la escritora juje&ntilde;a, la cual le permiti&oacute; residir 30 d&iacute;as en San Salvador de Jujuy; d&iacute;as en los que se dedic&oacute; a leer, casi febrilmente, las novelas de Demitr&oacute;pulos publicadas hasta entonces: &quot;Los comensales&quot;, &quot;La flor de hierro&quot;, &quot;R&iacute;o de las congojas&quot;, &quot;Sabotaje en el &aacute;lbum familiar&quot; y &quot;Un piano en Bah&iacute;a Desolaci&oacute;n&quot;. &nbsp; <p dir="ltr">&ldquo;Hab&iacute;a poes&iacute;a en su narrativa, lo que me produjo una conmoci&oacute;n est&eacute;tica e intelectual&rdquo;, supo contar el escritor catamarque&ntilde;o, &ldquo;eso estimul&oacute; mi potencial creativo y mi delirio&rdquo;. Nosotros, agradecidos por ese proceso. Porque Luna, quien ya ha dado muestra de su potencia po&eacute;tica en libros como &quot;Testigo Infiel&quot; y &quot;Da&ntilde;os Personales&quot;, logra con total maestr&iacute;a captar los giros del habla de estos personajes (un habla que, adem&aacute;s, no le es ajeno) para entregarnos &ldquo;sus sue&ntilde;os estremecidos, sus recuerdos rotos, la plenitud que se extingue&rdquo;. &nbsp; <p dir="ltr">ancho el rumor de las sombras que movieron la tierra cuando yo te quer&iacute;a ancho&nbsp; el tiempo extendi&oacute; su fatal portento cuando fuimos Los comensales de un pan de lava y tristeza nos queda la edad &nbsp; de los cuerpos aterrados. &nbsp; <p dir="ltr">&quot;Oficio de sombra&quot; esta conformado por seis series de poemas; los cinco primeros corresponden a cada una de las novelas y el &uacute;ltimo, &ldquo;casa dormida&rdquo;, a sus visitas a museos, cementerios, bibliotecas, galer&iacute;as de arte y librer&iacute;as de San Salvador de Jujuy en b&uacute;squeda de cualquier rastro dejado por Libertad. Aunque los resultados fueron bastantes escasos en esas recorridas, fueron abundantes los hallazgos en esas largas horas de solitaria lectura. &nbsp; <p dir="ltr">El t&iacute;tulo del libro ya indica toda una postura, una actitud que va a asumir la voz po&eacute;tica de principio a fin. Por ah&iacute;, estamos acostumbrados a escuchar decir que alguien escribe con &ldquo;el yo lleno de gente&rdquo;. Aqu&iacute;, el poeta, asume el camino inverso: es &eacute;l quien mezcla, inserta su voz en la de los personajes de las obras de Demitr&oacute;pulos, a&uacute;n cuando es consciente de (por expresarlo de alg&uacute;n modo) cierta &ldquo;impostura&rdquo;. Una sombra que es parte del todo, pero s&oacute;lo como reflejo.